lunes, 8 de noviembre de 2010

El pent House

A "esa bandita del Poncho 13, Molinos y Nonoalco" y a Nachito que lo veo los domingos en el tianguis.
Al lugar le decían el pent house. En realidad se habían mandado con la broma porque el aspecto de ese sitio difería totalmente de su nombre. Estaba precisamente en el primer piso sobre una vinatería a la altura de la avenida molinos. Recuerdo que estaba exactamente a un costado del periférico. Con las actuales leyes mexicanas un establecimiento de tacos puede ser a la par un reconocido burdel sin algún impedimento.
Durante la semana el lugar servía de fonda y a partir de los jueves se improvisaba como un bebedero de fama creciente. Acudía gente de todo tipo. Podías compartir mesa con transeúntes alcoholizados que intentaban prolongar su travesía etílica, oficinistas estresados, púberes de la preparatoria cercana o incluso viejos maricones, desempleados y con lívido desbordante. Respecto a esos vejestorios debo decir que a menudo los miraba y percibía que tenían la terrible ilusión de hacerse de una buena noche en el lugar. Siempre intentaban disuadir a quien fuese. Jamás había escuchado sobre alguno que lograse una efectiva conquista. Esos jotos achacosos siempre terminaban borrachos, rejones y solos. Sin embargo, aquel viernes todo cambió cuando conocimos a Nachito . Fue la consecuencia de un percance que tuvimos con algunas chicas.
El viejo era un bebedor de trayectoria y generalmente patrocinaba las borracheras de quienes permanecían en el lugar ya entrada la noche. En esa ocasión ocurrió lo que siempre sucedía los viernes por la noche: El Harry, Anwar , Esteban, Jairo y yo habíamos sido los últimos en poner pies en polvorosa de ese lugar.
Esa noche fue la única ocasión que tuvimos contacto con el viejo. Habíamos llegado por la tarde en compañía de unas mocosas de la prepa. Aunque como toda historia, debo contar los antecedentes que nos condujeron al momento.
Éramos maulas de tiempo completo así que todos los viernes nos sentábamos a las afueras de la escuela. Lo hacíamos con la firme intención de pescar alguna morrilla y así tener algo para entretenernos. Siempre lo conseguíamos.
Por aquel entonces ya habíamos sido considerados como clientes asiduos del lugar. Cada vez que caíamos con mujeres, el tendero tenía siempre una mesa reservada para nosotros. Esa tarde no rompimos la regla y llevamos unas cuantas.
Vanessa era morena, alta y esbelta. Tenía puestos unos converse, unos vaqueros muy deteriorados y un blusón blanco que apenas cubría el comienzo de sus nalgas anchas. Además dejaba entrever sus tetas que apenas estaban en buena gestación. Nayeli era su amiga y llevaba encima un pantalón de estilo militar, unos tenis para patinar y una playera de Slayer. Tenía un cabello liso, largo y demasiado maltratado para ser una chica. Era un poco flaca. Nancy acompañaba a Lourdes. Eran gemelas y ese día vestían igual. Portaban unos graciosos botines de gamuza, pana en las piernas y debajo de una chamarra de borrega una playera de tirantes. Eran blancas, esbeltas, frenéticas y mustias. Típicas de la época. Ambas desbordaban carne.
Decidí hacer la vaca a las afueras de lugar con el Jairo, Esteban y Anwar. Ellos tenían empleo y en cuanto a Harry y a mí creo que es innecesario mencionarlo. La única forma de sobrevivir para un vago alcohólico es pegarse como sanguijuela a un alcohólico que tiene empleo. Jamás rechistan sobre quién aporta en realidad el billete, siempre y cuando estés dispuesto a beber el mismo tiempo que ellos.
Enseguida el Harry entró con Esteban y todas las chicas para ocupar la mesa. Entonces, mientras cotizábamos el costo de la noche, un viejo zotaco, que tenía un rostro hosco , de cabeza calva y de nariz abultada se detuvo a la entrada, miró a Jairo unos segundos y después se internó en el congal. Tuve la impresión de que ambos se conocían pero al final no le di demasiada importancia.
Después de un rato de andar forzando la máquina terminé los cálculos y le dije a esos dos que entráramos enseguida. Cuando subimos y llegamos a la mesa del fondo, el Harry ya tenía apañadas entre sus zarpas a las gemelas. Siempre ha tenido un deseo compulsivo por las Güeras. Decidí sentarme junto a Vanessa e Intenté hacer migas con ella. Las morenas me ponen inquieto de sobremanera pero mis intentos por embelesarlas siempre han resultado desdichados. Las morenas me repelen. En cambio, las güeras aterrizan en mi vida todo el tiempo. Aunque no sentía alguna repulsión por las güeras, siempre se interponían en mi camino las más recatadas, las más dóciles o las menos interesantes. Por más que desease que una morena candente, arrebatada, intensa o en general retorcida y desenvuelta me tomara entre sus muslos, nunca lograba mi fetiche. Tenía que conformarme con la crudeza de la vida reflejada en la palidez de esas pieles que sólo se entusiasmaban para liarse conmigo. Si lo lleváramos a las estadísticas el Harry acarreaba muchas más mujeres de ese tipo sólo durante un mes de lo que yo podía durante un año. Aunque debo decir que la diferencia cualitativa consistía en que esas pocas mujeres que yo lograba apañar rogaban permanecer a mi lado durante mucho tiempo. En cambio, al conocer poco a poco a mi buen amigo, esas tantas mujeres elegían convertirlo sólo en el excelente artículo de ocasión. En todo caso, esa tarde no fue la excepción. Vanessa bostezaba ante mis esfuerzos así que tuve que hacerle compañía al Harry con una de esas blanquecinas chiquillas.
La primera ronda de cervezas tardó en llegar unos 20 minutos. El lugar estaba repleto y el tendero no se daba abasto. Además sólo le ayudaba una mujer regordeta y mal encarada. Era su esposa. Tuvimos que improvisar entablando una charla demasiado forzada para que las nenas no salieran huyendo antes de lo que teníamos pensado. Es fabuloso beber y charlar pero cuando se habla al no poder beber la situación se convierte en un intenso suplicio.
El primer intento lo hizo Anwar pero en cuanto comenzó a resonar en mis oídos la cháchara que estaba escupiendo me dieron ganas de hundirle las narices hasta la nuca. Hablaba de los griegos, de los poetas malditos y de Benedetti. Las niñas estaban demasiado intoxicadas. Tienen talio en los tabacos, hormonas en la leche, nanopartículas en la ropa, música denigrante, cine nauseabundo y concepciones del amor disparatadas como para añadir la intoxicación literaria. No querían intoxicarse con poesía, sólo querían intoxicarse con alcohol, le dije al Anwar. Desistió pero minutos más tarde intentó hablar de nuevo sobre esas cosas.
-Aguanta Anwar- dije- tienen demasiado con su existencia como para agobiarlas más de esa forma.
-Estás loco. No es posible que pienses eso de la literatura. ¿Cómo podrías intoxicarte con eso?
- Mira en lo que te has convertido.- le dije- Y era cierto. Se había olvidado de sí mismo. Apenas rozaba la segunda mitad de los veintes y ya parecía un viejo obeso y asquerosamente bohemio. Había quedado tan atrapado por los personajes novelescos que se había desinteresado por la época en la que realmente estaba viviendo. Tal vez tenía demasiado miedo por asumir su condición de simple y aburrido tendero en una tiendita de abarrotes. Quería ser escritor pero vivía poco, leía demasiado y escribía mucho menos de lo que vivía. Demasiado entusiasmo para ser un escritor y poca seriedad para intentar serlo.
Hubo un corto silencio y después le miré e hice un ademán para qué cerrara el hocico pero fingió no verme. Enseguida una de las chicas lo miró consternada y dijo:
-Pareces señor.
Todos rieron al unísono. Era cierto. Y no lo dijo por la conversación tan aburrida que intentaba sostener. La verdad es que mi amigo ya se veía completamente abatido. Lo grave del asunto es que no era por consecuencia de excesos nocivos. Era simplemente por continuar al lado de una madre autoritaria. Su vieja siempre estaba pisándole los talones. El ambiente opresor en su familia le estaba afectando demasiado y al parecer no tenía ni la más remota idea de lo que le sucedía. Su madre le estaba asesinando lentamente y el se empeñaba por achacar su situación a otras cuestiones. No había una comunicación real y eso le estaba arruinando.
De pronto hubo otro breve silencio y la cosa mejoró un poco. Todos se habían relajado. Jario comenzó a charlar con Vanessa. Supongo que entre autóctonos se entienden, pensé para mí mismo. Anwar hablaba por el móvil muy enfurecido. Seguro era su madre que ya estaba marcando de nuevo para saber el paradero del recibo de la luz. Esteban se había quedado sin pareja y con unas ansias brutales. Tenía veintisiete y alrededor de dos años sin tocar un buen retazo de mujer. Una condición así podía resultar en un brote de psicosis que ninguno quería lidiar por el momento. El no poder tocar a otro cuerpo puede arruinarte la vida.
En cuanto a Harry y a mí, el asunto pintaba estupendo para ambos. Cuatro tetas idénticas, un par de culos de la misma medida, dos perfiles versallescos completamente semejantes y un dúo de boquitas “intercambiables”. Ambas dispuestas a drenarnos el aliento, el alma o los espermas de acuerdo a cómo prosiguiera el asunto.
Para entonces había transcurrido media hora y el tendero de pronto llegó con las cheves
—Perdonen chavos-dijo- pero es que esto está hasta su puta madre. Chúpenle pichones que por haber tardado un poco esas son cortesía de la casa.
Todo iba tomando camino. Bebíamos, reinamos y hacíamos bromas estúpidas como suele ocurrir en una habitual borrachera. Esteban era un chico bajo con una melena larga, rala y maltrecha. A veces usaba un atuendo muy guango y a veces uno muy estrecho. Su rostro constantemente fruncido no le favorecía en lo absoluto y mucho menos su putrefacto aliento que podías percibir a kilómetros. Tenía unos pies enormes que le hacían ver cómico con su baja estatura. Tenía una risa tremendamente estúpida que desmentía de inmediato su imagen de gandul. Se había vuelto muy nervioso. Siempre repetía un par de veces todo lo que hablaba. Toda su vida había dedicado gran parte de horas a los videojuegos. A ratos tenía la intención de hablar aleccionadoramente sobre el grunge como era su terca costumbre. Los amantes maniacos de un pasado horrible me repugnan a veces. Sin embargo, en cuanto le decía que con esa actitud jamás iba a follar desistía un poco y comenzaba a impacientase. Todo el tiempo rascaba sus rodillas con ímpetu. Además, nunca despegaba la vista del vientre de las chicas. Eso las ponía incomodas. Las miradas lascivas deben ser intermitentes. De lo contrario, el placer se vuelve pánico.
EL Jairo era un chico largo, moreno, de pómulos muy prominentes y mirada pérfida. Su apariencia era una mezcla entre Luis Fernando Tena y el famoso “ferras”. Tenía la atención de Vanesa pero ella no mostraba algo más que la cortesía en la charla.
Respecto al Anwar, recuerdo que era obeso, de piel demasiado rosada, tenía un rosto que simulaba ser un hamnster en metamorfosis y además tenía todo el tiempo una actitud ridículamente bohemia. Vestía siempre con chalecos y gabardinas estilo Eliot Ness. Miró demasiadas películas del cine negro o leyó algunas novelas de Dashiell Hammet, pensé. Hablaba con Nayeli pero ella miraba por el rabillo del ojo al Harry que ya estaba presionando su mano en la entrepierna de Nancy.
Por otra parte, yo estaba de maravilla con Lourdes. Hablábamos de lo bien que la pasaba entre semana y de las ventajas que yo tenía al no tener responsabilidades. Ella decía que iba al gimnasio, a clases de natación, paseos en bicicleta y otras tantas cosas a las que no puse atención. Cuando miras unas tetas tan firmes surge un notable déficit de atención. Me puse a pensar entonces que ella tenía demasiado dinero y demasiada insatisfacción encubierta en tantas actividades
Le dije que después de todo, mi vida no era tan buena. No tenía responsabilidades pero tampoco billete, ni mucha variedad de cosas por hacer.
-Entonces qué haces?- dijo- ¿sólo te hundes en el desmadre y le tiras los perros a las mujeres?
- Antes patinaba y estudiaba a ratos.
-¿Y ahora?
-Camino demasiado e intento escribir
- Así que tú eres el que quieres ser escritor ¿no?
- Sólo dije que intento escribir.
¿Y qué escribes?
-Algunas cosas que me han sucedido
-¿Y por qué no otras cosas?
- Mi imaginación no es muy buena.
Pegué mi boca a la suya y ella lo aceptó complacida. Ya me había tardado.
Seguimos bebiendo sin contemplaciones y cuatro horas más tarde la mitad de los que estábamos en la mesa ya tenían dificultades para hablar fluido. De repente Harry dijo una estupidez que dio pie para la perversión.
-Parecen como un espejo- dijo mientras trataba simular una buena dicción.
-Idiota, pues somos gemelas- dijo Lourdes mientras tomaba entre sus manos los dedos de las mías.
- Me gustan tus manos Ale- dijo después enternecida.
- Seguro- le dije al tiempo que la miraba con satisfacción
- Tus dedos son largos y finos
- He tenido pocos trabajos que me exijan utilizarlas todo el tiempo.
- También me encantan tus ojos
- Lo sé. Es cosa de siempre.
- Eres muy delgado
- Ahora me dedico a la gimnasia cerebral.
Nancy seguía discutiendo con Harry sobre las sutiles diferencias entre ella y su hermana.
-Bueno pues- dijo el Harry- Vamos, atásquense un buen beso para confirmar lo que les digo. Así parecerá que es una chica besando un espejo.
Ambas se miraron y suprimieron una evidente risita de complicidad. Se hicieron señas con la mirada y luego asintieron mutuamente.
Está bien- dijo Nancy- pero sólo si algunos de ustedes se besan primero.
Mire hacia toda la mesa y de inmediato descarté a tres. Jamás intentaría besar a Jairo el príncipe papaloi. Mucho menos a Anwar. Hubiese sentido un beso senil. Y mucho menos a Esteban con su aliento dragónico. Sólo quedaba mi amigo Harry. Era bien parecido, así que por lo menos no iba a ser tan tortuoso. Ambos ya lo habíamos hecho otras veces y habíamos obtenido buenos beneficios como sexo multitudinario con chicas solas, cualquier tipo de complacencias intimas, dinero en efectivo, discos, tenis, ropa, pedas gratis... En fin, toda una suerte de beneficios inmediatos. Así era el caso. Las chicas se conmueven con acciones que para nosotros ya no representaban dificultades. En cambio, para el resto significaba un artero golpe a su virilidad. Los prejuicios masculinos son patéticos. Además provienen de los menos masculinos.
Lo peor de todo es que cuando mi amigo Harry posó su asquerosa boca en la mía, cotejé el beso con los que le había propinado a Lourdes. La hilaridad se adueño de mí. El Harry besaba con mayor destreza que la propia Lourdes. Era demasiado entristecedor pero era cierto. A través de mi amigo me dí cuenta de la falta de sutileza que aún no desarrollan muchas mujeres que han sido retraídas todo el tiempo.
Después de ese gracioso momento donde estuve ensimismado le pegué tremendo trago a la michelada y después de quitarme el vaso de la boca les dije:
-Lo siento pero les toca pagar la cuota
-Tenemos palabra- dijo Nancy.
Me acerqué a Harry y le musité con discreción:
-Con estas terminamos de desbaratar las literas esta noche cábula.
Enseguida me miró y torció los labios en señal de acuerdo.
Desistimos un poco y seguimos bebiendo. Al poco rato las chicas se juntaron y se ensamblaron de lo lindo. Un beso entre mujeres siempre origina dos cosas en mi interior: morbo y placer estético extremo. Los besos entre viejas son exuberantes. Los besos entre hombres son completamente graciosos y toscos.
Sin embargo, el espectáculo duró menos de lo esperado. Repentinamente escuché como un par de sillas azotaban por el suelo. Todos los de alrededor miraban atónitos hacia nuestra mesa. Un vaso de cerveza pasó rosando mi hombro. Los gritos se intensificaron. Miré a Jairo y tenía un semblante de perro apaleado. Mire al resto y todos trataban de remacharse a sus sillas. Esteban había intentado tomar por el talle a Vanessa y a pesar de que esta le había sorrajado tremendos bofetones el animal no daba tregua a su deseo.
Me interpuse entre esos dos y tomé de la melena a Esteban
-Contrólate hijo de tu puta madre
-¡Se me estaba insinuando we!
-En tu condición piensas que hasta tu pinche madre se te insinua culero. Tranquilízate. No quiero que la cagues más.
- ¡Es que está bien buena wey!
- Ya lo sé idiota. Pero el que afloje a uno de nosotros en realidad no es cosa tuya.
Cuando me di cuenta, el resto de las chicas ya habían salido despavoridas. No volveríamos a verlas, pensé. Eso era seguro.
Contemplé a mis amigos. Todos estaban cabizbajos, hasta el culo y solos. Francamente me vi a mi mismo en todos ellos. No podíamos ni siquiera persuadir a unas simples gatitas adolescentes. Éramos unos perdedores natos.
Tratamos de sobrellevar la noche de la única manera que sabíamos hacerlo: juntos y bebiendo. Algo difícil de sobrellevar es cuando eres un borracho solitario. Derrotados pero unidos hasta el pito.
Ninguno sintió rencor por Esteban. A decir verdad era nuestro amigo más noble y eso impedía que sintiéramos rencor hacia él. De alguna forma lamentábamos su desafortunada condición. Seguimos pimplando hasta ya entrada la noche. Justo cuando decidíamos hacia donde largarnos, el viejo calvo y chaparro que había visto por la tarde entrar al lugar apareció ante nosotros y nos dijo:
-Esperen un rato chavos. Me llamo Nachito. Observé todo lo que pasó y es una pena. Si les sirve de consuelo les invito unas cervezas.
Todos nos miramos con extrañeza pero al final nadie objetó al respecto y decidimos permanecer otro rato. Elegimos quedarnos y ocupar después el dinero que restaba para la cena.
Como todo viejo comenzó a contarnos su vida. Decía que de joven trabajaba en los ferrocarriles. Tras haberse disuelto la compañía y haber salido convida de la brutalidad ejercida por el gobierno durante una huelga, optó por hacerse conductor en los camiones foráneos. Dijo que durante un tiempo tuvo familia. Una esposa y dos hijos varones. Pero como siempre ha sido un alcohólico, una noche llegó a casa y sencillamente no había nadie. Todos se marcharon sin más. Sin decir a dónde se dirigían y sin importarles cómo le habían dejado a él.
Así pasaron alrededor de dos horas. Cada uno contamos anécdotas memorables, chupamos y chupamos hasta que en un momento inesperado el viejo nos miró a todos y dijo:
- Chicos, cada mañana, cuando me levanto, rezo y digo: diosito, que no me den por el culo. Y si me dan, que no me duela. Y si me duele, que no me guste. Y si me gusta, que no me falte.
Todos miramos a Nachito y reímos sin parar. El viejo era muy gracioso.
Aunque confirmé mis sospechas sobre la homosexualidad del ruco no pude dejar de sentir un poco de afecto por ese viejo descarado. En aquel tiempo teníamos muchos amigos que habían proclamado a los vientos su inclinación sexual distinta, pero nunca había tenido la suerte de conocer a un puto tan viejo. Su aspecto duro y lúgubre contrastaba en lo absoluto con su carácter tan ligero.
-La neta chavos-dijo Nachito- Es que mi familia no me dejó por borracho.
-Ya lo sabía- le dije
-¿Tú sabes por qué?
- No mames Nacho, te dejaron por puto. Imagínate lo que sintió tu vieja al escuchar un secreto a voces en la colonia. Ese donde seguro se enteró de que su esposo andaba manejándose a los chamacos en las pedas. Para una mujer es insoportable saber que a su hombre en realidad le gustan sólo los hombres. Le humillaste de un modo imperdonable viejo.
-¡No mames chamaco!, ¿cómo lo has sabido?
-Cuando entramos en esta pocilga observé cómo miraste a Jairo y seguramente lo hiciste porque te gustan jovencitos, altos, recios y morenos. Un hombre mexicanote pues.
- Así es
- Y desde que estás sentado con nosotros nomás no le quitas los ojos de encima
- Eres un chico listo
- La cosa es no perder el detalle.
Seguimos bebiendo otro rato y de pronto el viejo dijo a rajatabla:
Miren chicos, la cosa está así: Le doy 500 varos al que se deje dar unas ricas mamadas. A dos uadras tengo un acogedor cuartito.
Todos miraron a Nachito y comenzaron a reír. Muchos ya lo habían intentado y los que habían sido demasiado persistentes se habían ganado tremendas putizas. Por un momento una imagen surcó mi mente. Reí y después traté de olvidarla. Era graciasomanete grotezca.
-¿De qué te ríes?– dijo el Harry
- De nada viejo. De nada.
Pasaban de las tres y ya me sentía muy cansado. Dejé el asiento y le dije a todos:
-Bueno, yo ya me voy a la verga.
Enseguida Anwar, el Esteban y El Harry dejaron sus lugares y me dijeron:
- Aguanta we, vamos a los tacos primero y después te tiramos en tu jaula
- Ya están puercos. Era muy bueno tener amigos.
Estrechamos las manos con Nachito y le deseamos suerte. Salimos y al torcer la cuadra le dije al Harry:
-¿Y el Jairo?
- Se quedó a chupar con el Nachito. Dijo que quería seguir la peda.
- A mi me vale verga. No más donde llegue mañana ultrajado que no se queje el wey.
. Llegamos a los tacos y pedimos cuatro órdenes de costillas con queso y compramos un carton de chelas. Gracioso, pagamos quinientos varos. Terminamos satisfechos y bien pedos. Después fuimos a fumar un rato y a reposar al parque de molinos. Dieron las cinco y estábamos por despedirnos cuando Harry me dijo:
-Ya dime puto. Qué pensaste cuando nos propuso eso el Nachito?
-¿Quieres que te diga?
-Si we.
- Me imaginé su cabecita calva reluciente, destellando ante los rayos de la luna filtrándose por un costado de la ventanita de su cuarto mientras succionaba mi falo con devoción
- jajá ¡no mames cabrón! Y dices que no tienes imaginación!
- Eso es lo que a veces me salva para no cometer tanto atropello carnal. Piensa que dejamos ir quinientos varos fáciles. Lo que tu jefe y mi jefe tardan tres días en juntar con las putizas que se llevan en esos trabajos de mierda que tienen. Aún así, el costo era más caro ¿Sabes?
- jaja. Si, lo sé we.
Al final, cada uno se fue haciendo camino hacia su respectiva casa.
Por la mañana, horas más tarde, me levantó una resaca tremenda. Fui al baño, tiré una meada y justo cuando me la meneaba para sacudirla sonó el timbre. Corrí hacia la puerta y cuando abrí miré al Harry con un rostro somnoliento. Estaba sudando y temblaba demasiado.
-Qué pedo we- le dije- ¿Qué chingados haces tan temprano en mi casa?
- No mames, me levantó la cruda bien ogete. Pero vengo a invitarte unas chelas y a desayunar de nuevo a los tacos de anoche.
- ¿Porqué no me hablaste por fon imbecil?¿Nomás vamos a ir nosotros?
- No pude we, mi jefe no ha pagado el fon. De todas formas vamos a caerle todos
- Está chido. ¿Asaltaste a alguien en el camino o se murió una tía o que pedo?. ¿De dónde sacaste dinero?
- No we, El Jairo me habló temprano. Dijo que no fue a trabajar pero que no había pedo. Dijo que él se pichaba el desayuno. Además dijo que se iba a discutir también un cartón.
- Ayer gastamos quinientos varos. Ese Jairo siempre hace todo por la banda.

sábado, 6 de noviembre de 2010