sábado, 1 de enero de 2011

Noche buena

La "Y" a veces me parece simbólicamente una disyuntiva, un camino que se bifurca. En esta historia no existen derroteros mejores ni peores. A la mierda la Y. Sólo existe un camino en recta que puede quedar trunco al instante: sobrevivir
.
Aun estamos en primavera. Ahorita en la mañana pienso  en lo que pasó en nochebuena hace un año con mi amiga Rocio. Recuerdo santo y seña desde que empezó ese día.
 Rocío se la pasó toda la mañana barriendo la azotea. El cuarto donde vive con sus dos hijos es demasiado estrecho para el festejo. Así que decide armar la pachanga sobre el techo. De ese modo viven cási todos por sus lares. Así viven los que son más iguales en la ciudad de México: entre amontonamientos, humedad, incomodidad, remordimiento, carencia. Hace cinco años que es madre soltera. Antes era ama de casa golpeada pero ahora no más. El tipo con el que vivía encontró otra chica con algo de marmaja . De ese modo se buscó la vida por otra parte. Rocio contempla el cielo mientras barre el techo agrietado. Percibe el avance del aire que circula fresco, peresozo. No siente frio ni mucho menos calor. Piensa que a pesar de todo uno siempre se las debe arreglar para festejar algo, aunque en realidad no exista algo para celebrar. Después baja a su estrecha casa . Comienza a planchar con dedicación el atuendo desgastado de sus hijos. El de ella lo planchará más tarde porque aún no seca. Tuvo que desmontar los tendederos para abrir espacio en el techo. Por eso el traje no pudo secarse a tiempo. Es el viejo traje rojo de satín que usa los fines de semana cuando acude a trabajar por las noches. Desde hace cuatro años trabaja en una tienda de perfumes dentro de un repugnante centro comercial. Sólo terminó la preparatoria, así que fue dificil encontrar algo mejor. Poco después sale a la tienda para comprar unos vasos. Sólo tiene en el fregadero cinco vasos de plástico. Esos los emplea para lavarse los dientes, para verter agua en la plancha , o para la leche que sus hijos toman por las noches. Le da por ser complaciente. Decide comprar para sus invitados dos csrtones de cerveza. Los sujeta de uno en uno puesto que sus manos se acalambran. Recuerda cuando su marido iba por las noches a la tienda . Solía traer a casa los garrafones de agua. El siempre se encargaba de las cosas difíciles. Son demasiado pesados como para que los lleve a la vez en un solo viaje o como para que sus hijos pequeños le auxilen. Después sube el televisór aunado a un reproductor de devedes que armó con un vecino. Un día tocó a su puerta en la madrugada ofreciéndole los aparatos. Tenía un aspecto muy ansioso. Daba la impresión de estar desahuciado. Se contentó con empeñárselos. Jamás regresó para recuperarlos. Ella no tenía estereo. Su esposo se llevó el que tenían junto con la cafetera , el horno de microondas o quién sabe. A fin de cuentas no extrañaba el horno. Requería demasiada energía . Apenas cubría la renta como para lidiar con un aumento en la luz. De tal manera es lo único disponible para ambientar la noche. Luego se dispone a liñar a sus hijos. Les va poniendo muy aprisa los calcetines surcidos, el pantalón con la bastilla desdoblada (los niños han crecido bastante), la camisa con los puños gastados , el cuello percudido, el vestido deslucido, carcomido por el sol , el tiempo , los zapatos raidos ,arañados por el caminar continuo. Piensa que todo debe lucir impecable aunque se esté derrumbando a pedazos. Supone que la pobreza no siempre va de la mano con la suciedad. Pobrecitos pero limpiecitos, dice. Poco después comienzan a llegar los invitados. Ha montado todo a tiempo. Las pequeñas bocinas del televisor comienzan a retumbar lo más intenso posible. Todos entran presurosos. Saludan indiferentes a Rocio. Desde niña había vivido con su ahora ex esposo. Por eso no trabó amistad con numerosas personas a lo largo de su vida. Sólo se dieron lugar algunos vecinos además de uno que otro compañero del trabajo. Tras un buen rato de ser una atenta anfitriona, los que se dieron cita comienzan a bailar. Casi todos se las arreglan tan rápido para elegir pareja. Entonces el suelo comienza a cimbrar. Los pequeños se mueven de un lado a otro. Los invitados miran con desdén a los chiquillos que podrían tal vez ocasionar un percance a los que bailan. Poco después la noche se encarga de poner un poco más todo a buen tono. Todos aplauden, sonríen ,gastan bromas entre si. Rocio sigue poniendo discos en el dvd. Han pasado unas tres horas. Se la pasa mirando desde el rincón a casi todos divirtiéndose a expensas de ella mientras bailan. Aún nadie ha decidido sacarla a bailar. Todo el mundo se acerca al terminar una pista. Le exige a Rocio que ponga una canción de su agrado. Ella se muestra hospitalaria. Atiende las demandas de los invitados. Los niños corren por toda la azotea. De pronto, uno de ellos mira por encima de la pequeña barda. Contempla con júbilo los fuegos artificiales que zurcan el cielo ennegrecido. Por un momento piensa demasiado compasivo en papá. Le perdona por no haber acudido. Piensa que papá se las tiene tan duras con sólo atender a su otra familia. La pequeña se detiene un momento en el extremo opuesto. Escucha los murmullos de los adultos que suenan atronaores sin problemas por lo quedo que resuena la música. Escucha atenta cómo hablan de boca en boca cosas desagradables sobre una mujer. Mira a una pareja de hombres calzando algunas prendas que ella sabe, son de mujer. Comentan lo ridícula que se ve esa mujer. Ese par de putotes intentan hacer trizas en secreto a esa mujer. La niña escucha cómo se burlan de ella por estár sola. Reprochan por qué pudo contentarse al salir con un hombre casado, con familia, otra vez. Se olvida por un momento de la conversación . Recuerda los últimos días donde todas las noches, un hombre deja a mamá al pie de la puerta. Se pone a pensar por qué no asistió es hombre el día de hoy. Esa pareja amanerada continua muy deseosa por arremeter con disimulo contra la mujer. Lo que no sabe la niña es que esos dos tratan de olvidar lo que había sucedido unas cuantas horas antes. Por la tarde fueron objeto de burlas, agresiones Mientras caminaban por la avenida, una tanda de adolescentes vociferaban casí en sus rostros lo repugnante que son los putos. Todo el camino estuvieron esquivando envases de refresco, otros tantos objetos Se mofan de sus maltratados pelos, de sus opacos cabellos, su rostro cubierto con maquillaje corriente, pringoso ,sus tacones añosos, estropeados. Tras otro rato el ambiente ahora se distorsiona. La mayoría empieza alzar la voz. Deciden beber más deprisa. Se van formando pequeños grupos. Se esparcen entre pocos . Se aislan a la vez unos de otros. Tras unos minutos la niña no puede contenerse. Se apresura a los brazos de mamá. Cuando llega ante mamá se estampa en su regazo. Entonces rompe en llanto. Rocio le mira, se agacha. Después de enjugarle las lágrimas su rostro se descompone. Comienza a sarandearla hacia todos lados. Le dice que no le arruine la noche. Le advierte que de seguir así tendrá que irse a dormir de inmediato. La niña se contenta con mirar una vez más a mamá. Le promete que por lo pronto no volverá a llorar. El niño ahora se dispone a cumplir el encargo de mamá. Reparte el resto de las cervezas. Cuando se acerca a un grupo reducido de mujeres, una de ellas de nariz puntiaguda, dentadura prominente le pregunta el qué se siente tener una mamá como la suya. El niño responde que la quiere mucho.´Cuando el pequeño vuelve tras de sus pasos una de ellas exclama entre risas que seguramente cuando crezca le comenzará a dar pena. El niño se lo piensa un momento pero decide buscar a mamá. Recuerda que su padre le dijo una vez que los hombres no lloran. De repente una pareja comienza a bailar demasiado brusco. No existe compás ni ritmo en su baile. Se sacuden tan brusco en cada vuelta que ponen precavidos al resto. De pronto se escucha el barullo del vidrio estrellándose. Mientras la pareja demasiado briaga intenta levantarse del suelo el niño corre hacia ellos. Cuando le toma del brazo a la chica , preguntando si está bien, ella le aparta de un revés su mano pequeña. Le dice que no la toque. El niño corre hacia mamá. Entonces Rocio se anticipa. Le dice que eso le pasa por molestar a la gente. La pareja se incorpora apenada. A su alrededor se escuchan risas demenciales , lastimeras. Después de haber reñido con mis padres durante la cena, por fin pude desafanarme. Logré llegar a casa de mi vecina Rocio aunque sea tarde. Cuando subo a la azotea contemplo que casi todos se encuentran a punto de caer en la despersonalización absoluta. Tras abrirme paso hacia donde Rocio, una pareja de hombres me sugiere abiertamente que charle con ellos. Les digo que no es lo mio. Sigo adelante. entonces uno de ellos me toma por el hombro. Me dice que no me puedo arrepentirme. Le miro un instante. Le digo que a mi no me va eso, que si persiste, lo más seguro es que no saque nada de provecho a lo que suceda. Al fin llego con Rocio . Veo a su lado a los pequeños con los ojos vidriosos, similares a una actitud completamente desganada. Le digo que es hora de que envíe a los niños a la cama. Me mira irritada. Me dice que si me pongo en ese plan entonces será mejor que me vaya. Echo un vistazo alrededor. Veo que muchos se han ido. Los que resisten lo hacen bien derruidos. Al tiempo que tomo por las manos a los pequeños, Rocio me lanza un manotazo. Dice que no le arruine la noche. Le digo solemnemente que la noche de ése día nació arruinada como nosotros. Se vuelve en redondo, se aleja de mí para volver a cambiar la música. De nuevo echa un vistaso a lo que me circunda. Sólo percibo rostros taciturnos , desmejorados. Me lanzo hacia donde Rocio. Le digo que no derroche más de lo requerido. Aún falta cubrir la renta. Se acerca encolerizada. Me dice que no me entrometa en sus asuntos. Vocifera que ella sólo quiere vivir el momento. Un par de lágrimas se precipitan por sus mejillas. Estropean el maquillaje corriente, pringoso del que todos se burlan. La envuelvo entre mis brazos pero se libra en un instante. Mientras se dirige de nuevo hacia los discos rechista continuamente. Se vuelve hacia mi, grita un estruendoso vete a la mierda. Salgo de inmediato triste, enrabietado, pensando en los niños. Ninguno de los asistentes bailó con ella durante el resto de la madrugada.

1 comentario:

Unknown dijo...

"Piensa que a pesar de todo uno siempre se las debe arreglar para festejar algo."

"Piensa que todo debe lucir impecable aunque se esté cayendo a pedazos. Supone que la pobreza no siempre va de la mano con la suciedad."

"Esa pareja amanerada continua muy deseosa por arremeter con disimulo contra la mujer. Lo que no sabe la niña es que esos dos tratan de olvidar lo que había sucedido unas cuantas horas antes."

Son, entre otras, las que más me enchinaron la piel.

Qué bárbaro. Qué bárbaro, carajo.