domingo, 19 de septiembre de 2010

Silencio.

Por tu silencio.




Sé que hice el amor con esa mujer, pero no recuerdo los detalles. Ella en cambio, recuerda bien los detalles pero se ha olvidado completamente de mí.Guillermo Fadanelli.



Una vez estuve enamorado y fue estupendo. Consuelo era una chica linda y a decir verdad muy lista. Poseía una belleza impresionante y transmitía una energía inexplicable. Aunque era una chica reservada, siempre que yo podía estar junto a ella, sentía cómo su presencia contagiaba con fuerza una vitalidad, una vivacidad que tenia un efecto hipnotizante sobre mi. Además, mi vida siempre había sido muy agitada y ella portaba en escencia lo que a mí me hacía demasiada falta desde mucho tiempo atras : tranquilidad.
Aunque su cabello estaba un poco descuidado siempre mostraba una buena pinta. Su mata azabache y enredosa era estupenda. Tenía una piel acanelada y unos ojos pardos como olivos que contrastaban de lo lindo. No había persona que no pudiese distinguir a esa belleza gitana cuando circulaba por las calles. Su silueta era magnificamente menuda. Incluso podría afirmar que un tanto frágil. Además, su voz era tenue y completamente enternecedora. A pesar de mantener su rostro libre de maquillaje pringoso, siempre refulgía extremadamente magnífico. Habitualmente andaba en harapos. Por supuesto eso no la hacía lucir menos radiante. Jamás se había montado a esa burra del glamur ¿ Qué más podía pedir? Pensé durante un tiempo.
Sin embargo, esa no fue razón suficiente para que yo me enamorase de esa divinidad zíngara. Normalmente, muchas personas suponían que era engreída. Nunca hablaba lo suficiente, Siempre se mostraba reservada y esquiva con la gente. En cambio, conmigo se revelaba muy resuelta y entusiasta. Tuve la impresión de que yo figuraba como una especie de cómplice. Decía que los hombres solitarios suelen ser los más suceptibles . Eso me enganchó a ella de inmediato.

Salimos durante algún tiempo. Algunas veces paseábamos por las calles, charlábamos a las afueras de su casa, bebíamos ocasionalmente, discutíamos sin enfurecernos y dormíamos juntos en su casa sin que nada más ocurriese. Después de unos meses, no pudimos contener el deseo y nos involucramos más de lo que ambos teníamos contemplado. Las amistades siempre involucran deseos camuflados.
Infortunadamente, después de muchas cosas ocurridas, hubo una racha en la cual no pudimos frecuentarnos como ya estábamos acostumbrados. Ella ingresó a la universidad y yo estaba por zanjar contacto con ese muladar que me mantuvo cinco años agobiado. Por ese entonces asumií que ya estaba realmente enamorado.

Empecé a extrañar los cabellos sueltos que ella dejaba y que yo contaba cada vez que dormía conmigo.También eché en falta las prendas olvidadas por la casa a la mañana siguiente cuando ella se marchaba. Extrañé dirigirme hacia el baño y encontrar la puerta abierta mientras la miraba orinar con naturalidad frente a mí sin que intentase cerrar la puerta.Comencé a extrañar las conversaciones que ambos intentábamos prolongar ya entrada la noche. También comencé a extrañar esa singular sensación que producían en mí sus abrazos demasiado tibios. Extrañé cuando llegaba muy borracha buscándome y comenzaba a parlotear mientras su delicioso aliento etílico se estampaba en mi rostro. También nostalgié las noches en las que no podía dormir por los gruñidos que emitían sus entrañas al tener hambre. Incluso también extrañé cuando roncaba demasiado y que pese a moverla mientras dormitaba, sus estruendos no cesaban. Recordé insistentemente las veces que yo llegaba a casa y ella se encontraba en mi habitación husmeando entre mis discos, mis libros y mis películas. Vaya que eso era intimidad, supuse.
De alguna forma esa era una etapa fantástica en mi vida . En realidad, siempre tuve en mente que eso no podía caducar por ningún motivo. Así que decidí buscarla de nuevo e intentar reanudar contacto. Sin embargo, siempre que acudía a su casa me decían que no estaba. Aguzaba la vista en la escuela pero al parecer siempre se escabullía. Estaba contrariado por su abrupta desaparición.

Conforme pasaban los días me sentía más perturbado. Algo dentro de mí se estaba apagando y yo sabía perfectamente que tan solo su presencia produciría de nuevo la combustión necesaria.
Un día, mientras estaba cansado por patinar y tumbado en la acera, inesperadamente ella apareció. Aparté mi patín, me incorporé conmocionado y la miré perplejo. Ambos decidimos aproximarnos lentamente, nos dimos un abrazo poco efusivo y finalmente, después de esa ausencia tormentosa comenzamos a charlar.
La contemplé un rato y después de unas cuantas palabras la percibí distinta. Tenía un aspecto más liñado. Se mostraba más distante al hablar y la vitalidad que yo había percibido en ella parecía haberse esfumado por completo.

-Supe que has estado buscándome- mencionó con un deje indiferente
-Creo que es lo más normal- repuse en un tono de reproche.
-¿Sabes? he pensado muchas cosas durante todo este tiempo.
- ¿El qué?
- Quizás ya no sea bueno.
- No veo por qué
- Comprendí que eres muy desinteresado
- Pocas cosas me entusiasman
- Ese es el problema
- Si, en esta sociedad de inmundicias queda poco por apreciar.
- No eres divertido
- Lo que tú llamas diversión me inflige dolor.
- ¡¿Lo ves?! Eres demasiado anticuado.
- ¿Por qué lo dices?
- No te gusta bailar
- Desde luego que la música de hoy en día no, y apuesto que a ti tampoco.
- No te gusta CONOCER GENTE
- Creo que a ti tampoco. Sentarse junto a pelmazos en el bar, en el cine o en las plazas es precisamente lo que tú me recriminas.
- No sabes la verdad.
- Cuando menos sé que la tuya es una completa ficción.
- No te gusta salir
-Me encanta la calle. Lo slugares donde sólo vuelves a encerrarte y te incitan a desperdigar dinero no.
- No te gusta viajar
- No es divertido ver los mismos escombros humanos por todos lados
- No te gusta el dinero
- Soy modesto
- No te gusta triunfar
-Tener un auto, una casa, un perro, un empleo en una empresa de renombre y una familia disfuncional es una percepción del “éxito” poco atractiva.
-Casi nada te atrae salvo leer, mirar filmes y escuchar música durante el día.
- Hablar con la gente también pero creo que ahora eso es de mal gusto.
- Siempre piensas en el mañana
- Le temo un poco a la velocidad
- No tienes sentimientos
- Lo que ocurre es que no los confundo con burdas pulsiones.
- Creo que nunca te importé cuando salía con otros
- Los celos son una nociva distorsión muy arraigada
- Te quedarás sólo
- Frecuentar a muchas personas no es precisamente saberse acompañado
- Deberías intentar algo distinto o buscarte otra afición
- Si algún día aparece otra, seguramente lo haré
- Eres un pesimista
- Claro, quiero que las cosas cambien. Tengo esperanzas.
- ¿Has pensado en hacer algo por los demás?
-Siempre lo intento.
- Me refiero sobre algo que pueda cambiar un poco sus vidas
- Aún no doy en el clavo.

Finalmente terminamos la conversación. Entonces me lanzó una mirada compasiva. Luego se acercó, me dio un cálido abrazo y su silueta se fue distorsionando gradualmente mientras se alejaba hasta desaparecer por completo. Así confirmé que había sido arrastrada por la ambición, el frenesí y la frivolidad. Había sido pervertida. El punto es que decidió cometer un suicidio personal para no cometer un suicidio social.
Los meses siguieron su imparable sucesión. De tal forma, yo continuaba profundamente enamorado de alguien que tal vez, en algún momento pueda regresar. Durante ese tiempo sólo tenía en mente lo último que dijo.« Quizás tenga razón y sea momento de intentar algo distinto o buscarme una afición. Seguro que lo intentaré. Si un día aparece alguna, seguramente lo intentaré. Algúna vez podré cambiar un poco la vida de alguien. Aunque no sepa cómo hacerlo aún» Pensé en todo eso durante mucho tiempo. Un día, contemplé un folio en blanco, empuñé un bolígrafo y comencé a escribir:

Una vez estuve enamorado y fue estupendo. Consuelo era una chica linda y a decir verdad…

2 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Y en la conversación es tan apabullante verlo ahí, entre explicándose, justificándose e inventando razones para ser como es, y al mismo tiempo convencerla de quedarse porque 'él no es quien ella cree', y es que quizá sí lo sea, ¿pero por qué repentinamente habría algo incorrecto en ello? ¿Por qué nos vamos de los aplausos a los abucheos en el intermedio de la obra?

Quizá por eso ya no los hay en los cinemas.

Yo también conocí a Consuelo alguna vez, pero con otro nombre y otro cuerpo diferentes; y a decir verdad...
Nunca supe si fue de verdad.